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TAIJIQUAN, EL ARTE DE RECIBIR


TAIJIQUAN, EL ARTE DE RECIBIR Wee Kee Jin

D edicado a la práctica del Taiji desde hace más de veinte años, Wee Kee-Jin nombra con frecuencia a su maestro Huang Sheng-Shyan, discípulo entre otros del famoso Cheng Man Ching. En este artículo nos habla de los principios del Taiji y su aplicación a la forma y al empuje de manos, y afirma que en el recibir se encuentra la expresión más elevada de la fuerza del Taiji.

El Taijiquan no se diferencia en nada de cualquier otro arte marcial o forma de ejercicio si se practica sin entender los principios y si éstos no se aplican a los movimientos. Todas las formas o los diferentes estilos de Taiji están basados en el mismo conjunto de textos clásicos: el Clásico del Taiji de Chang Sang Feng; el Clásico de Wang Ts'ung Yueh; la Canción de las Trece Posturas; la Comprensión de las Trece Posturas; la Canción de la Substancia y la Función; la Canción del Empuje de Manos y, en el caso del estilo Yang, los Diez Puntos Importantes de la Familia Yang. El practicante debe aplicar los principios a los movimientos, en lugar de buscar los principios en los movimientos. Para ello deberá estudiar a fondo los clásicos y entenderlos. Y al practicar, la mente debe "pedir" y el cuerpo debe "responder", o reaccionar.

Los cimientos

Los cimientos de la práctica del Taijiquan están en la forma de Taiji. Descuidar la forma de Taiji para concentrarse en el empuje de manos es como trabajar la función (la aplicación) olvidándose de la sustancia (el cuerpo). Mediante el conocimiento de uno mismo y del oponente alcanzaremos un elevado nivel en el empuje de manos. El conocimiento propio podemos lograrlo mediante la práctica de la forma de Taiji, en la que aprendemos a estar relajados, equilibrados, conectados y sincronizados sin que nos afecte ninguna fuerza externa. De este modo es como se cultiva y se desarrolla la energía relajada del Taiji.


En el clásico de Chang Sang Feng se afirma, "en el momento del movimiento, el cuerpo debe ser ligero, ágil y, lo más importante, estar conectado (sincronizado)". Para lograr esto, debe mantenerse el equilibrio central en las posiciones fijas, durante las transiciones y en la emisión de energía, tanto en la forma de Taiji como en el empuje de manos. Para mantener el equilibrio central, el practicante tiene que tener en mente los siguientes principios:


1. De la Canción de las Trece Posturas. "Mete el sacro y mantén la conciencia de la coronilla (el punto Baihui). El cuerpo será ágil si la cabeza se mantiene como si estuviera colgada de un hilo".


2. Del Clásico de Taiji de Wang Tsung Yueh. "No te inclines ni te ladees. Mantente erguido como si fueras una balanza". Sólo cuando se consigue el equilibrio central se puede hablar de cambios y relajación. El equilibrio central es la base del Taijiquan. Es una de las "trece posturas" del Taiji, y debe estar presente en las otras doce.

La forma

En la práctica de la forma de Taiji lo importante no es saber la secuencia completa, ni tampoco se mide el nivel del practicante por la cantidad de formas o estilos de Taiji que conozca. Lo que importa es aplicar los principios a los movimientos que la componen y entenderlos. En realidad sólo es una herramienta para transmitir al cuerpo los principios formulados en los clásicos. Con el tiempo, la forma llegará a ser "no-forma", porque cualquier movimiento que hagamos contendrá los principios del Taiji.


Además de integrar estos fundamentos, el practicante también debe entender los movimientos. Después de aprender la forma completa, es necesario comprender las secuencias de cambios que dan origen a los movimientos a fin de alcanzar, de esta manera, el principio que se presenta en La Comprensión de las Trece Posturas: "Recuerda esto, guárdalo en tu corazón. Cuando te mueves, todo tu cuerpo se mueve, cuando te calmas, todo tu cuerpo se calma".


En las diferentes posturas de la forma, los brazos, las piernas y el cuerpo adoptan diferentes posiciones y además nos orientamos en distintas direcciones, pero tanto la secuencia de sus variaciones como lo que ocurre son comunes a todas ellas. Es por eso que los grandes profesores de Taiji del pasado siempre decían, "Cuando entiendes un movimiento, los entiendes todos". De hecho, el modo más efectivo de practicar la forma es la práctica individualizada de cada postura.


Los cambios que se producen dentro de cualquier movimiento empiezan siempre en la base, en las articulaciones de los pies, tobillos, rodillas y caderas, al eliminar el exceso de tensión en los músculos de las pantorrillas y los muslos. La base da origen a los movimientos del tronco: la relajación del pecho desde el interior, la sensación de que los músculos del tronco se ablandan y la desaparición de la tensión en la parte superior, media e inferior de la espalda. A su vez el cuerpo origina el movimiento de los brazos, para lo cual deben estar hundidos o sentados los hombros y los codos.


El movimiento corporal procede del cultivo de la mente, por ello es necesario centrar la atención en el cuerpo para imaginar y visualizar cómo se suceden los movimientos. Tras un cultivo prolongado, éstos tomarán consistencia y entonces habrá conexión entre todas las partes del cuerpo. De otro modo sólo se puede hablar de coordinación.



La relajación

Existe una diferencia entre estar relajado y estar flojo o blando. Fang song, el término chino para la relajación, significa "liberarse". ¿Pero liberarse de qué? De cualquier tensión innecesaria en la postura y en los movimientos. En Taiji utilizamos la mínima cantidad de fuerza necesaria para mantener las posturas y realizar los movimientos. De lo contrario aparece la tensión.

Al tiempo que aumenta la consciencia de nuestro cuerpo también lo hace nuestra capacidad para liberarnos de la tensión innecesaria. Cuando la parte superior del cuerpo se vuelve más ligera y la base más pesada, es señal de que se está produciendo la relajación. Con el tiempo, la parte superior se convierte en yin y la base se convierte en yang y, cuando el practicante alcanza el nivel más alto, sólo los pies son yang y el resto del cuerpo es yin.

Hundirse

Hundirse es un proceso mental de vital importancia en la práctica del Taiji. Sólo puede producirse cuando somos capaces de relajarnos. Al hundirnos desarrollamos la raíz del Taiji y aprendemos a "tomar prestada la energía de la Tierra". También es un entrenamiento que sirve para desviar hacia el suelo cualquier fuerza que nos llega desde el exterior durante el empuje de manos. Es lo que se denomina neutralización interna. El proceso de hundirse debe empezar por el punto Baihui, situado en la coronilla. Es lo que se conoce como "tragar el qi(energía) del cielo". Éste debe descender por el cuerpo y las piernas hasta los pies y hundirse en el suelo a través de los puntos Yongquan, las "fuentes burbujeantes".

Para tomar prestada la energía de la Tierra, debemos tomar conciencia de cómo al hundirnos nuestro peso rebota desde el suelo, a través de los puntos Yongquan, y sube por las piernas, el tronco y los brazos, pasando por los puntos Laogong hasta llegar a la punta de los dedos. Con la práctica de la forma de Taiji se adquiere la estructura necesaria para absorber y canalizar la fuerza del contrario en el empuje de manos.

Percibir y sentir

En el pasado este trabajo se denominaba "percibir y sentir", pero de algún modo más tarde llegó a conocerse como "empuje de manos". Esta es una denominación engañosa, porque en realidad no tiene nada que ver con empujar y tiene muy poco que ver con las manos. La mayor parte del empuje de manos de Taiji que vemos no es más que mero forcejeo, como el de dos carneros que se enganchan por la cornamenta, donde sólo se utiliza la fuerza bruta, lo que obviamente se desvía de los principios del Taiji. Las razones son que una persona quiere empujar, y la otra no quiere que la empujen. La persona de mayor tamaño utiliza su peso y su fuerza, mientras que la persona de menor tamaño intenta resistirse para defender su posición. ¡Para aplaudir siempre hacen falta dos manos!

Tenemos que estudiar los principios, entenderlos y luego ponerlos en práctica. Uno de los Diez Puntos Importantes de la Familia Yang dice, "Utiliza la mente, no la fuerza bruta". Siempre que utilices tu mente, la puerta del empuje de manos estará abierta para ti. Si quieres utilizar la fuerza bruta es como intentar entrar después de cerrar la puerta con llave.

El arte de recibir

La base del empuje de manos es recibir, no empujar, y la forma superior de la fuerza de Taiji es la fuerza de recepción (jie jin), por ello se debería empezar a aprender desde el principio. El profesor Cheng Man Ching decía que "si no estás dispuesto a recibir (la fuerza entrante) no intentes aprender Taiji porque estarás perdiendo el tiempo, no entenderás la esencia del Taiji en toda tu vida".

La clave para recibir es deshacerse del ego e invertir en perdidas. "Invierte en pérdidas: pierde poco y ganarás poco, pierde mucho y ganarás mucho". Qué palabras tan hermosas del profesor Cheng Man Ching. Quizá te parezca que al recibir, al ceder, estás perdiendo, pero no es así porque la persona que te empuja está en realidad dándote "dinero de Taiji". Cuanto más te empuje, más pobre se estará volviendo, mientras que tú serás más rico cuanto más recibas. Cuando llegue el día en el que ya no pueda empujarte más, eso significará que ha perdido todo su "dinero de Taiji", y quizá entonces puedas devolvérselo con algunos intereses. Al principio la práctica de recibir puede ser muy frustrante porque siempre pierdes. Pero conforme avanzas te irás dando cuenta de dónde te atascas y por qué, pero aún así seguirán empujándote porque todavía no puedes hacer nada para evitarlo. Sin embargo, poco a poco, aprendes a "despegarte" y a dirigir la fuerza entrante hacia el suelo. Se debe recibir con una aceptación total. Si tienes la más mínima intención o pensamiento de resistir, esa aceptación ya no es absoluta. Cuando domines el arte de recibir, serás capaz de poner en práctica el principio que expone la Canción del Empuje de Manos, "Conduce a tu adversario al vacio, reúne la fuerza y emítela".

Recibir es ceder y neutralizar. Eso no significa que el cuerpo deba absorber la fuerza entrante, ya que su capacidad de ceder es limitada. Significa desviarla hacia la tierra. El proceso de transmitir la fuerza a la tierra es similar al proceso de hundirse al practicar la forma, salvo que comienza en el punto de contacto, y no en el Baihui.


La parte superior del cuerpo es yin y la base es yang, de modo que cualquier ajuste en relación con movimientos y fuerzas entrantes debe comenzar en la base y, como hacemos en la forma, el cuerpo y los brazos deben seguir esos cambios. Las manos se utilizan sólo para adherirse al oponente y, cuando llegue el momento de emitir fuerza, se debe hacer a través de las piernas y con los pies firmemente plantados en el suelo. Como dice el clásico de Chang San Feng, "La raíz está en los pies, (la fuerza relajada) se transmite a través de las piernas, se dirige con la cintura y se expresa en los dedos". Independientemente de lo grande o pequeña sea la emisión de fuerza, las manos nunca deben avanzar más de dos o tres centímetros, ya que ese recorrido es sólo el resultado de hundir los hombros.

No se debe plantear el empuje de manos buscando la oportunidad de empujar o preparando un plan para ganar al compañero. Simplemente hay que seguir sus cambios y dejar que el empuje ocurra por sí mismo. Si existe la voluntad de empujar, entonces habrá intención y deseo. Todo está basado en el principio de yin y yang. Cuando el yin alcanza su extremo se convierte en yang y viceversa, de modo que cuando crees que estás en la posición más ventajosa en realidad te encuentras a punto de pasar a una posición de desventaja, y cuando crees que estás en la posición de mayor desventaja te encuentras a punto de pasar a una posición de ventaja. Obviamente, siempre es mejor cambiar de una posición de desventaja a una ventajosa que al revés.

Cuando se alcanza el nivel más alto en el empuje de manos, tú no empujas. La estructura de tu cuerpo es un vacío, cualquier fuerza que entra en contacto con él se canaliza hacia la tierra y rebota, volviendo hacia la persona que la ha emitido. Este es el nivel más elevado de la práctica del Taiji, la fuerza de recepción, con la que neutralizamos sin neutralizar y emitimos sin emitir. Para alcanzar este nivel uno debe ser capaz de "olvidarse de sí mismo y seguir al otro sin juzgar, seguir al corazón y a la mente y dejar que todo ocurra de una manera natural".


Tomando prestadas las palabras del profesor Cheng Man Ching sobre el empuje de manos, "Es una idea sin motivo, una acción sin deseo. Qué arte tan maravilloso es el Taiji. No tiene nada que ver con empujar, se trata sólo de recibir". Como practicantes de Taijiquan debemos honrar el arte, no sólo predicar los principios, sino también practicarlos y respetarlos. El Taiji no es sólo un ejercicio para la salud o un arte marcial para la defensa personal, lo más importante es que es el Tao de la vida.

La publicación de este artículo y las fotos que lo ilustran ha sido posible gracias a la generosidad de la Taijiquan School of Central Equilibrium UK. www.taiji.org.uk

Traducción de Ángeles Sánchez Caballero

Wee Kee Jin nació en Singapur en 1956. Estudió Taijiquan y convivió con Huang Sheng-Shyan a tiempo completo entre 1983 y 1988. Obtuvo una medalla de oro en el Campeonato del Mundo de Artes Marciales de 1989. Desde 1991 vive en Nueva Zelanda, donde dirige la Escuela de Taijiquan del Equilibrio Central. Imparte habitualmente cursos en Europa, Asia y Oceanía. www.taijiquan.co.nz

Fotos de Karen Leech. © 2007

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